Desde niño, Dick Brewer demostró que tenía las aptitudes necesarias para acabar siendo un gran profesional del diseño, eligiera el camino que eligiera. Pero solo la decisión de hacer de su pasión, el surf, un modo de vida y la voluntad de no separarse nunca del mar le llevaron a ser el número uno en la que ha sido su profesión durante décadas: el diseño y la fabricación a mano de tablas de surf.
Brewer nació en 1936 en Minnesota, el Estado de los 10.000 lagos pero casi ninguna ola. Por suerte para él, su familia se mudó cuando tenía tres años a California, donde su padre, ingeniero de carrera como su abuelo, abrió un almacén de maquinaria. Y allí creció, enredando con los cacharros de la tienda e ideando aviones de juguete hasta que, a los 16 años, conoció las olas y eligió el camino del surf. “En aquella época ya sabía manejar cualquier tipo de máquina y aprendía deprisa”, comenta. Por eso, estudió ingeniería, pero no se graduó al optar por dedicarse al surf al 100%. “Lo dejé en el último año para instalarme por mi cuenta en Hawai y vender mis propias tablas”, recuerda mientras sorbe un café solo sin azúcar.
Se podría decir que es el mejor diseñador de tablas de surf, de la historia.
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